La Escuela
Espacio Waslala
Acompañamiento emocional, propiciando un tiempo de escucha que permite al niño/a conectar con su emoción, validarla y transitarla. Las acompañantes nos mostramos siempre disponibles gracias a la baja ratio. Nuestra mirada es sin juicios y desde la calma le ofrecemos nuestros brazos como sostén
La presencia y acompañamiento de la persona adulta y un espacio cuidado son las claves principales para el desarrollo integral de los niños/as, en un equilibrio donde el amor es la base de toda relación y vínculo.
“En el sistema educativo predominante es el educador quien enseña…, y el niño el que es enseñado… siendo objeto del proceso. Por lo tanto, hace que este tipo de educación haga del niño un sujeto pasivo y de adaptación. Así, queremos un educador que sea educando, y niños o adultos que sean educadores…”.
P. Freire
Tres aspectos claves en el acompañamiento a los niños y niñas:
Desarrollo motor
Desarrollo motor, dejando que sea cada niño o niña los que consigan cada logro por sí mismos sin ayuda ni interferencias, de esta manera consiguen el control y conciencia sobre sus movimientos. El desarrollo motor será la base para el desarrollo cognitivo Y emocional posterior.
Experimentación y desarrollo sensorial
Experimentación y desarrollo sensorial, probando a través de los sentidos conocen el mundo que les rodea. Para ello les ofrecemos riqueza de materiales y experiencias que vivenciar.
Acompañamiento emocional
Acompañamiento emocional: poder transitar sus emociones, ponerles palabras…las acompañantes ofrecemos atención plena mostrándonos disponibles para que cada uno nos exprese el tipo de sostén que necesita.
EL ESPACIO
El espacio es un ambiente preparado, en constante cambio, que invita al juego, con el único objetivo de jugar por jugar, sin ningún juicio. Cada niña o niño llegará hasta donde esté dispuesto/a, quizás por la etapa evolutiva o por el momento presente. Descubrirá, experimentará y probará…se equivocará, se frustrará, volverá a intentarlo, porque sólo así se produce el aprendizaje.

Esto se concreta en espacios donde se puede desarrollar el juego simbólico, de experimentación con materiales no estructurados, de construcción, de lectura de cuentos, de expresión…
Ofrecemos propuestas concretas de psicomotricidad, de materiales previos a la lectoescritura y la lógico-matemáticas, de narración de cuentos, provocaciones relacionadas con el arte y la creatividad (arcilla, harina, trazado, …), y celebraciones propias vinculadas a la naturaleza (solsticio, vuelta al sol…)

Agradecidas por nuestra localización que nos permite tener cerca la ribera del río Ebro y Gállego donde nos adentramos frecuentemente y conocemos otro tipo de relación con nuestro propio cuerpo, con otras personas y con la naturaleza. Conexión en el estado más puro.
FAMILIAS Y PERIODO DE VINCULACIÓN
El periodo de vinculación es clave para que tanto la familia como el niño o niña sientan la seguridad necesaria para vincularse a otras referentes adultas, otros niños y niñas y un nuevo espacio.
Antes de que el niño y/o niña se quede en el espacio con las acompañantes, estará un tiempo con un familiar en el día a día… de manera que conozca las dinámicas, y la familia también adquiera confianza y vínculo.
Es un periodo muy cuidado donde entendemos las necesidades de la familia e intentamos que tanto la niña y el niño cómo las personas adultas estén cubiertos siempre recordándonos a las criaturas como centro de nuestras miradas.
Se trata de acoger a las criaturas y sus familias, de darles sus tiempos, ser respetuosas y pacientes para que todas esas inquietudes se afronten con vivencias de amor, seguridad y confianza.

Sin vínculo no hay aprendizaje
Sólo cuando el niño o la niña se sienta seguro y estén cubiertas sus necesidades básicas será capaz de explorar su entorno.
El vínculo se va generando día a día y se consolida cuando las educadoras cubrimos las necesidades en los cuidados. Acompañar en momentos tan importantes como la alimentación, el cambio de pañal, el cambio de ropa, el lavado de manos… nos hace conectar con el cuerpo y con nuestras necesidades más básicas. Las acompañantes estamos presentes en esos momentos haciendo que el niño y niña se sienta respetado, importante, mirado.
Y por ello, nuestra ratio es muy bajita; para poder mirar, escuchar, esperar, proponer, atender, cuidar y, en definitiva, acompañar sin prisas.

El cuidado reconoce al invididuo
La reflexión como equipo y el trabajo personal de cada una de las educadoras es clave también para poder estar en esta actitud y en esa presencia; buscando el equilibrio entre ser y estar en una, y mirar al otro sin juicios. Es necesario cuidarnos para poder cuidar.